¿Hay empatía en el autismo?
La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona. Implica comprender cómo se siente, lo que está pensando o experimentando, y responder de forma adecuada. Sin embargo, no es un concepto único: la empatía tiene dos dimensiones clave que conviene distinguir para hablar con rigor, especialmente desde el enfoque del Diario de una psicóloga especializada en autismo.
Empatía afectiva: sentir lo que el otro siente
La empatía afectiva es la que sentimos en el cuerpo. Es emocional, visceral, automática.
Por ejemplo:
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Si ves a alguien llorar y se te hace un nudo en el estómago, eso es empatía afectiva.
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Si alguien ríe y te contagia la risa, también.
Esta forma de empatía es como una resonancia emocional. No pasa por el pensamiento, sino por el corazón.
Empatía cognitiva: entender al otro con la mente
La empatía cognitiva, en cambio, es la capacidad de comprender racionalmente lo que otra persona está sintiendo o pensando, incluso si no lo expresa. Aquí no se trata tanto de “sentir”, sino de “saber”.
Por ejemplo:
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Darse cuenta de que alguien está serio porque está preocupado, no enfadado.
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Entender que un amigo necesita espacio, aunque no lo diga con palabras.
Ambas formas de empatía conviven en la mayoría de las personas, pero en el autismo pueden manifestarse de forma diferente.

¿Qué es la Teoría de la Mente?
La Teoría de la Mente (ToM) es la habilidad de comprender que otras personas tienen pensamientos, creencias e intenciones distintas a las propias. Es una forma de empatía cognitiva y permite, entre otras cosas:
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Entender bromas, ironías o dobles sentidos.
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Prever cómo se sentirá alguien ante una situación.
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Aceptar que otros pueden pensar o actuar diferente, y está bien.
Esta capacidad suele desarrollarse alrededor de los 4-5 años en niños neurotípicos. En personas autistas, puede aparecer más tarde o requerir apoyos específicos.
¿Hay empatía en el autismo?
Rotundamente sí. Decir que las personas con autismo no tienen empatía es un mito. Desde mi experiencia en el Diario de una psicóloga especializada en autismo, puedo afirmar que muchas personas autistas sienten una empatía afectiva muy profunda. Les duele el dolor ajeno, se emocionan con intensidad y se conectan genuinamente con los demás.
Lo que puede estar más afectado es la empatía cognitiva:
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Interpretar indirectas, sarcasmo o lenguaje no verbal.
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Comprender emociones que no se expresan claramente.
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Captar lo implícito o lo no dicho.
Esto no significa que no puedan desarrollar esa habilidad. Solo que el proceso puede ser diferente y más lento, y necesita estrategias adecuadas.
¿Y en el caso de la psicopatía?
Este contraste es interesante para desmentir el prejuicio. En la psicopatía ocurre lo contrario:
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La empatía cognitiva está presente, incluso se puede usar para manipular.
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La empatía afectiva está muy disminuida o ausente. No hay conexión emocional con el sufrimiento ajeno.
Por tanto, no tener empatía cognitiva no convierte a nadie en insensible ni en peligroso. Solo muestra que el camino hacia la comprensión mutua puede ser distinto.

¿Se puede mejorar la empatía cognitiva?
Sí. Con apoyos adecuados, se puede trabajar la teoría de la mente y la empatía cognitiva. Algunas herramientas útiles que enseño en mis formaciones incluyen:
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Juegos de rol.
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Cuentos o situaciones simuladas.
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Conversaciones guiadas.
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Apoyos visuales y materiales estructurados.
Todo esto ayuda a desarrollar la capacidad de leer los estados mentales ajenos, entender mejor el comportamiento social y, en consecuencia, responder con más conexión emocional.
¿Te interesa trabajar este aspecto?
Si te resuena lo que lees, en mi curso sobre emociones en el autismo abordamos en profundidad estos temas. Está pensado tanto para personas autistas como para familiares y profesionales que buscan herramientas reales para conectar mejor.
Porque entender la empatía en el autismo no es solo una cuestión técnica, sino una invitación a mirarnos con más humanidad.
Desde este espacio, el Diario de una psicóloga especializada en autismo, quiero seguir compartiendo conocimiento basado en la experiencia, el respeto y el deseo profundo de construir puentes donde antes había barreras.